Carlos Daniel Bermúdez
Pinzón - Psicólogo escritor de literatura con resilientes imaginarios - Twitter:@CarlosDanielBP
Un artículo publicado en el periódico FST, Fontibón Somos Todos Pag. 3
Lo simbólico y las acciones exteriores
hacia la paz afianzan la posibilidad de que la ilusión se concrete en realidad
en cada uno de nosotros. Asumir la responsabilidad de hacer ejercicios visibles
sobre lo que creemos no se tiene y lo que deseamos, aporta en nosotros un
hábito que en cualquier momento se hace verdad. Cuando te enamoras lo demuestras
con la esperanza de que el objeto de tu amor te acepte. Una flor, una
chocolatina, símbolos que intentan depositar tu sentir en la urna del corazón de la otra persona.
Cuando quieres estudiar tomas un libro tras otro y empiezas a leerlos con el voto de autoconfianza de que vas a
aprender. Cuando añoras el bienestar y la convivencia haces una campaña de gestos, saludos, manejo de
emociones, de la voz, para cimentar el respeto en las relaciones con tus
vecinos.
Sea una imagen de amor, de
saber, de convivencia, todo lo que se quiere alcanzar se expresa en símbolos
visibles que cada uno manifiesta y al que se entrega en una práctica de
comportamientos. Estamos en un momento donde una imagen de acuerdos de paz nos mueve a todos.
¿Que sí? ¿Qué no? Votar se convierte en ese imaginario que intenta generar
hábitos y crear las relaciones pacíficas
en y entre los ciudadanos. Como en el amor, el acudir a las urnas no da por
hecho que las cosas se consigan, mas hacerlo nos permite concretar la
posibilidad de que empiece a suceder desde nosotros mismos. Una acción personal
como el votar tiene el poder de sensibilizar hacia maneras de pensar la
realidad diferente; generaciones hemos sido criados forjados con la mentalidad
y experiencia del conflicto sea de manera lejana, cercana o íntima.
Ahora los llamados acuerdos
con el poco o mucho avance y alcance que tengan, nos invitan a reaprender como
vivir, más que a generar un cambio total inmediato convidan a una
transformación interior hacia el fluir de lo que realmente es la paz. Acudir a
las urnas en este plebiscito es un ejercicio necesario en nuestro camino para crear
la memoria de un pensar y actuar de otros modos la cotidianidad, incluso así no
estemos seguros de que algo pueda cambiar, el hecho de creer en ello, actuar
individual y colectivamente como si fuera una certeza, tiene el poder de hacer
que lo que es una imagen, una ilusión, se concrete en una verdad.
Los llamados acuerdos además
de lo que implican para la sociedad, son la oportunidad para tomar consciencia
de mi propio acuerdo de paz que confronta en la cotidianidad de mis entornos
personales, familiares, sociales, políticos los propios convenios de paz que he
firmado desde la forma de pensar y actuar conmigo mismo, con mi familia, con
mis vecinos, con mi localidad, con mi ciudad. ¡Bogotanos! ¡Fontibonenses paisanos
locales! El compromiso personal actual con la paz en sus calles, en sus
espacios privados y colectivos, deriva de la forma como se alimentan sus
memorias. Al votar por un sí, un no, o abstenerse, lo hacen por una creencia
que se deposita en su mente, en su corazón
y se convierte en la psicología de las relaciones que se establecen y
llegan a su vida, a la de su familia y a la de sus generaciones. Mi propio
acuerdo de paz es cosa de memoria y esta es la que crea las realidades. Ustedes
deciden cómo alimentarán estas huellas profundas almacenadas en su interior, tengan
por seguro que ellas impactarán con plena certeza todas las áreas de su
vida.
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